Descartes. Contextualización
1. Contexto histórico y cultural. El proyecto filosófico de Descartes consiste en fundamentar el antropocentrismo humanista, heredado del Renacimiento, frente al Teocentrismo medieval. Tras dudar de todos los fundamentos del paradigma teocéntrico, Descartes busca hallar un nuevo centro de gravedad en donde este edificio en ruinas, que es el conocimiento humano, se apoye. He aquí el momento crucial en el que se produce un nuevo giro en la historia de la filosofía: el punto de apoyo será la conciencia, el yo, el sujeto.
El siglo XVII es un período de crisis en Europa: La consolidación de los estados modernos, sus afanes imperialistas y la lucha por la hegemonía entre Francia, España, Holanda e Inglaterra, provocan grandes enfrentamientos entre ellos. A los que se unen las guerras religiosas que azotan Europa. Una buena parte de la vida de Descartes coincide con la Guerra de los 30 años entre los estados católicos y protestantes del imperio alemán que concluye con la Paz de Westfalia. Francia, al igual que el resto de las grandes naciones europeas de la época, se organiza como una Monarquía Absoluta, que llegará a su apogeo con Luís XIV y la identificación entre el monarca y el estado. Si desde el punto de vista histórico el tiempo de Descartes es el siglo XVII, desde el punto de vista cultural su tiempo es el Barroco.
Otro rasgo cultural interesante de esta época es la invención y desarrollo de la imprenta. Este invento permite, entre otras cosas, que el ámbito de la cultura salga fuera de los círculos eclesiásticos (Monasterios, catedrales) haciéndose accesible a personas ajenas a la religión. De ahí también que el latín comience a no ser la lengua culta en exclusiva y se publiquen muchos libros en las lenguas nacionales, por ejemplo, El discurso del método.
2. Contexto filosófico. Descartes es considerado como el primer gran filósofo de la Edad Moderna. Para entender en toda su profundidad esta fórmula, convendrá tener en cuenta que Época Moderna significa aquí el momento en que: a. Las ciencias comienzan a cobrar nuevo auge y protagonismo al margen de la filosofía, desarrollándose cada una en diversos campos y direcciones, con un cierto peligro de dispersión del saber humano. El método científico, hipotético deductivo se convierte en el camino ideal en la elaboración del conocimiento. b. La concepción finitista y geocéntrica del universo es sustituida por una concepción infinitista y heliocéntrica, con lo cual, el hombre queda desplazado a los márgenes no sólo del sistema solar sino del Universo, en una posición excéntrica. El humanismo renacentista intentará contrarrestar este hecho.
Descartes responde, en nombre de la filosofía, al reto intelectual de la época moderna, de la siguiente forma: Intenta unificar el conocimiento humano, es decir, intenta fundamentar las distintas ciencias en la filosofía. Y esto mediante un método que sea expresión de la razón, entendida como pura intuición, y que ponga en duda todas aquellas verdades que no resulten evidentes para la intuición. Tal método gira alrededor del yo, que se convierte en el centro de la problemática filosófica, en un doble sentido: a. El YO es el comienzo metódico, o inevitable punto de partida de la investigación. b. El Yo es la certeza que esa investigación encuentra y, por tanto, es el nuevo gran tema de la filosofía. Así que mientras que la filosofía antigua y medieval tiene como objetos casi exclusivos de reflexión los temas del mundo y de dios, la filosofía moderna, con Descartes, descubre como tema propio al hombre, aunque entendido como conciencia. Se trata, justamente, de ese hombre que, como acabamos de decir, ha sido colocado por la física moderna en una posición excéntrica; de esta forma, el hombre, aunque abandona físicamente hablando, el centro del universo, ocupa, por primera vez como Conciencia o YO, el centro de la filosofía. Al centrar la investigación filosófica en el Yo, al encerrarse en el Yo, Descartes llega al Idealismo.
El problema que atraviesa a toda la filosofía moderna, desde Descartes a Kant, es el epistemológico. Se distinguen dos posturas: realismo e idealismo. El realismo ontológico asume acríticamente la existencia de una realidad exterior al sujeto. Y sostiene que el sujeto, cuando conoce, capta directamente la realidad. Sin embargo, el idealismo, racionalista y empirista, defiende que el sujeto capta indirectamente la realidad a través de las ideas. Mientras que en la Europa continental se desarrolla la filosofía racionalista, en Inglaterra lo hace la corriente empirista. Como el racionalismo, la corriente empirista forma parte del Idealismo. Toda la etapa de la historia de la filosofía anterior a Descartes es realista en tanto en cuanto piensa que el entendimiento humano capta directamente la realidad. El giro que le imprime Descartes a la filosofía es, precisamente, éste: la captación de las ideas, no la captación de la realidad. Ahora bien, entre el racionalismo y el empirismo podemos señalar algunas diferencias. En cuanto al origen del conocimiento, el racionalismo es un innatismo, ya que considera a las ideas claras y distintas como innatas; mientras que el empirismo inglés sostiene que todo nuestro conocimiento procede de la experiencia. En cuanto a los límites del conocimiento, la experiencia sigue siendo la frontera que el sujeto no debe sobrepasar si pretende un conocimiento mínimamente fiable; por su parte, el racionalismo no reconoce ningún límite a la capacidad del individuo para conocer. Abundemos acerca de las discrepancias que separan a racionalistas y empiristas, y digamos que no se ponen de acuerdo a la hora de caracterizar la naturaleza de las ideas. En efecto, para el racionalismo las ideas son conceptos lógico matemáticos de entendimiento o de la razón. Para el empirismo, por el contrario, las ideas son imágenes o representaciones psicológicas de la memoria o de la imaginación. Por eso no debe extrañar que, para los racionalistas, el máximo modelo de cientificidad sea realizado por las matemáticas y el método axiomático-deductivo. Los empiristas, por el contrario, entienden por ciencia las ciencias empíricas o naturales.
Aunque se conservan algunos apuntes de su juventud, la primera obra de Descartes fue Reglas para la dirección del espíritu, escrita en 1628, aunque quedó inconclusa, y que se publicó póstumamente en 1701. Luego Descartes escribió El mundo o tratado de la luz y El hombre, que retiró de la imprenta al enterarse de la condena de la Inquisición a Galileo en 1633, y que más tarde se publicaron a instancias de Gottfried Leibniz. En 1637 publicó el Discurso del método para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias, seguido de tres ensayos científicos: La Geometría, Dióptrica y Los meteoros. Con estas obras, escritas en francés, Descartes acaba por presentarse ante el mundo erudito, aunque inicialmente intentó conservar el anonimato. En 1641 publicó las Meditaciones metafísicas, acompañadas de un conjunto de Objeciones y respuestas que amplió y volvió a publicar en 1642. Hacia 1642 puede fecharse también el diálogo, obra póstuma, La búsqueda de la verdad mediante la razón natural. En 1644 aparecen los Principios de filosofía, que Descartes idealmente habría planeado para la enseñanza. En 1649 publicó un último tratado, Las pasiones del alma.
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