TEXTO ARTICULO 2 La existencia de Dios, ¿es o no es demostrable?
Objeciones por las que parece que Dios no es demostrable:
2. Más aún. La base de la demostración está en lo que es. Pero de Dios no podemos saber qué es, sino sólo qué no es, como dice el Damasceno. Por lo tanto, no podemos demostrar la existencia de Dios.
3. Todavía más. Si se demostrase la existencia de Dios, no sería más que a partir de sus efectos. Pero sus efectos no son proporcionales a Él, en cuanto que los efectos son finitos y Él es infinito; y lo finito no es proporcional a lo infinito. Corno quiera, pues, que la causa no puede demostrarse a partir de los efectos que no le son proporcionales, parece que la existencia de Dios no puede ser demostrada.
En cambio está lo que dice el Apóstol en Rom 1,20: Lo invisible de Dios se hace comprensible y visible por lo creado. Pero esto no sería posible a no ser que por lo creado pudiera ser demostrada la existencia de Dios, ya que lo primero que hay que saber de una cosa es si existe.
Solución. Hay que decir: Toda demostración es doble. Una, por la causa, que es absolutamente previa a cualquier cosa. Se la llama: a causa de. Otra, por el efecto, que es lo primero con lo que nos encontramos; pues el efecto se nos presenta como más evidente que la causa, y por el efecto llegamos a conocer la causa. Se la llama: porque. Por cualquier efecto puede ser demostrada su causa (siempre que los efectos de la causa se nos presenten como más evidentes): porque, como quiera que los efectos dependen de la causa, dado el efecto, necesariamente antes se ha dado la causa. De donde se deduce que la existencia de Dios, aun cuando en sí misma no se nos presenta como evidente, en cambio sí es demostrable por los efectos con que nos encontramos.
Respuesta a las objeciones:
2. A la segunda hay que decir: Cuando se demuestra la causa por el efecto, es necesario usar el efecto como definición de la causa para probar la existencia de la causa. Esto es así sobre todo por lo que respecta a Dios. Porque para probar que algo existe, es necesario tomar como base lo que significa el nombre, no lo que es; ya que la pregunta qué espresupone otra: si existe. Los nombres dados a Dios se fundamentan en los efectos, como probaremos más adelante (q. 13 a.1). De ahí que, demostrado por el efecto la existencia de Dios, podamos tomar como base lo que significa este nombre Dios.
3. A la tercera hay que decir: Por efectos no proporcionales a la causa no se puede tener un conocimiento exacto de la causa. Sin embargo, por cualquier efecto puede ser demostrada claramente que la causa existe, como se dijo.(sol.). Así, por efectos divinos puede ser demostrada la existencia de Dios, aun cuando por los efectos no podamos llegar a tener un conocimiento exacto de cómo es Él en sí mismo.
EXPLICACIÓN
Artículo 2. Objeción (2) de la teología negativa. De Dios podemos decir lo que no es, no lo que es.
Respuesta de Tomás de Aquino. La segunda dificultad no es menos seria que la primera. Sin embargo, Tomás de Aquino alcanza la solución al distinguir entre dos clases de demostración: a priori y a posteriori. En efecto, se equivocan aquellos que pretenden demostrar la existencia de Dios partiendo del conocimiento de su esencia. La existencia de Dios sólo puede demostrarse por una inferencia o conclusión que, partiendo de las actividades que nos son próximas y conocidas, llega a una primera y suprema causa, es decir, por el camino del principio de causalidad: Todo efecto tiene una causa anterior que lo provoca o explica.
Artículo 2. Objeción (3) del argumento de la no proporcionalidad entre causa y efecto. Según la tercera dificultad resulta imposible demostrar la existencia de Dios mediante procedimientos a posteriori, mediante un examen de los efectos de Dios, puesto que los efectos de Dios son finitos, mientras que Dios mismo es infinito, de modo que no hay proporción entre los efectos y la causa, y la conclusión del proceso de razonamiento contendría así infinitamente más de lo que contienen las premisas. Si un razonamiento, se podría objetar, toma su punto de partida en objetos sensibles, debe terminar en un objeto sensible. El aquinate observa, en este punto, que si bien a partir de efectos que no son proporcionales a la causa no podemos obtener un conocimiento perfecto de la misma, sí que podemos, al menos, concluir que ella existe.
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