martes, 13 de octubre de 2015

Noción: el ascenso al mundo de arriba y el sol.



NOCIONES: El ascenso al mundo de arriba y el sol.

El ascenso del prisionero por la áspera y escarpada subida y su posterior adaptación a la luz en el exterior hasta ver el sol directamente, representan las dificultades del proceso educativo. La dialéctica y el amor son los dos medios de ascender al mundo de las Ideas, para pasar de la ignorancia a la sabiduría con el objetivo de encontrar las claves que permitan una organización racional de la polis, es decir, la constitución de una república. Una dialéctica ascendente de carácter ontológico y epistemológico y una concepción de la filosofía como amor o búsqueda de la sabiduría.

El mundo de arriba o mundo inteligible se estructura en dos regiones ontológicas: los entes matemáticos y las Ideas, las cuales se corresponden con la dianoia (discursiva) y la noesis (intuitiva) que configura el ámbito de la episteme. Las matemáticas son un preludio necesario, ya que arrancan al alma del mundo del devenir y la introducen en la contemplación de los objetos inteligibles o Ideas. Dentro del mito corresponden a la subida para salir de la caverna pues permite pasar del mundo sensible al inteligible. La dianoia (matemáticas) es el conocimiento que procede por demostración: parte de una hipótesis y deduce conclusiones.. La noesis (dialéctica) es el conocimiento intuitivo o contemplación directa de las Ideas. Las ideas son la esencia de las cosas, los modelos que utiliza el demiurgo para dar forma al mundo sensible. Este es, pues, una copia imperfecta o trasunto del mundo inteligible. Las cosas materiales no son Ideas, pero son algo, es decir, ya que sólo las Ideas son o existen de modo absoluto, podemos afirmar que el mundo sensible es o existe de un modo relativo. El ser relativo de las cosas del mundo sensible se debe a que participan del ser de las Ideas. Esta es la teoría de la mimesis.

El ascenso al mundo de arriba o paso de la ignorancia a la sabiduría tiene un carácter catártico: el alma necesita purificarse para expiar la culpa por la acción que la arrojó al mundo sensible. Así, el alma, ligada al cuerpo, contempla las cosas buenas del mundo sensible y recuerda (doctrina de la anámnesis) la Idea de Bien, la cual genera el deseo de volver al mundo de las Ideas. El sol simboliza la Idea de Bien en el mito de la caverna. Según Platón, el ser del mundo sensible consiste en que participa del mundo de las Ideas. La Idea de Bien guarda una relación ontológica y epistemológica con el proceso mediante el cual el alma llega al conocimiento de las Ideas. Por una parte, al ser la Idea suprema hace posible que todo lo demás exista. Por otra, ilumina al alma en el camino que lleva hasta el mundo inteligible.  

Volviendo al mito, podemos afirmar que la función del Bien en el mundo inteligible, respecto del alma y las Ideas, es similar al comportamiento del Sol respecto de la percepción visible y las cosas sensibles. La Idea de Bien es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas, es el fundamento de toda acción moral y de todo juicio estético, de toda verdad y de todo conocimiento. Igual que los ojos necesitan la luz del Sol para ver, el alma necesita la Idea del Bien para aprehender los objetos del mundo inteligible. Así, es el máximo criterio y el modelo de todo comportamiento moral (vida privada) y político (vida pública). En virtud de la doctrina del intelectualismo moral, la cual identifica virtud con saber, solamente puede ser bueno aquél que sabe lo que es el Bien. Y solo puede gobernar justamente aquél que sabe lo que es la Justicia. La Idea de Bien está pues en la base de todo intento de diseñar una polis Ideal, es decir, una república.  

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