Ver http://filosofiagasparsanz.blogspot.com.es/2011/04/contexto-de-wittgenstein.html
http://tlaloc.blogia.com/2008/042901-ontologia-y-analisis-en-el-atomismo-logico-de-russell.php
http://filosofiaycorrientesdelpensamiento.blogspot.com.es/2010/01/ludwig-wittgenstein.html
CONTEXTUALIZACION 4.1 WITTGENSTEIN
El Tractatus Logico-Philosophicus es la primera obra de Wittgenstein y la única que publicó en vida. Fue compuesta en cuadernos durante la I Guerra Mundial. Wittgenstein anotaba en cuadernos que guardaba en la mochila, el resultado de sus investigaciones. Organizó y numeró sus pensamientos varias veces hasta que, logró darles su versión definitiva en 1918. La obra fue publicada en 1921 en alemán y en edición bilingüe (inglés-alemán) un año más tarde. Es considerado como uno de los libros de filosofía más importantes del siglo XX, este texto ejerció una gran influencia en el positivismo lógico y en general sobre el desarrollo de la filosofía analítica. Junto a Bertrand Russell, hizo de Wittgenstein uno de los exponentes del atomismo lógico.
La intención de Tractatus queda expresada claramente en su “Prólogo”: trazar un límite al pensar. Pero, tal tarea es ciertamente imposible porque para ello tendríamos que poder pensar los dos lados de este límite (lo expresable y lo inexpresable) y sólo podemos pensar lo que podemos expresar mediante el lenguaje. Por lo tanto, el límite sólo podrá ser trazado en el lenguaje considerando que lo que hay más allá de él es un sinsentido (Unsinn). Wittgenstein creía haber llegado a una solución definitiva y haber solucionado en lo esencial los problemas de la filosofía.
El Tractatus pretende explicar el funcionamiento de la lógica (desarrollada previamente por Gottlob Frege y por Russell, entre otros), tratando de mostrar al mismo tiempo que la lógica es la estructura sobre la cual se levanta nuestro lenguaje descriptivo (nuestra ciencia) y nuestro mundo. La tesis fundamental del Tractatus es esta estrecha vinculación entre lenguaje y mundo, hasta tal punto que: «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» (Tractatus: § 5.6). En efecto, aquello que comparten el mundo, el lenguaje y el pensamiento es la forma lógica.
A pesar de su título (Tratado lógico-filosófico), el Tractatus no es un texto para la enseñanza. Wittgenstein enumera una gran cantidad de sus aforismos sin presentar ni argumentos ni ejemplos.
Las secciones 1. y 2. tratan sobre cuestiones ontológicas; presentan la metafísica del Tractatus. La 1. trata sobre el mundo y la 2. trata sobre la naturaleza de los hechos.
Las secciones 3. a 6. tratan sobre la imagen del mundo. La 3. desarrolla la noción de imagen. La 4. expone la filosofía del lenguaje y la concepción de la filosofía de Wittgenstein. La 5. y la 6. presentan una "teoría" de la lógica y de su naturaleza.
La última proposición 7. hace referencia al aspecto inefable del contenido del Tractatus.
Las Investigaciones filosóficas es el principal texto en que se recoge el pensamiento del llamado segundo Wittgenstein. Si en el Tractatus adoptaba un punto de vista lógico para el escrutinio del lenguaje, para el segundo Wittgenstein el punto de vista adecuado es pragmatista: no se trata de buscar las estructuras lógicas del lenguaje, sino de estudiar cómo se comportan los usuarios de un lenguaje, cómo aprendemos a hablar y para qué nos sirve.
Para el primer Wittgenstein, el significado estaba determinado por la referencia, si una palabra no nombra ninguna cosa o en una proposición no figura ningún hecho, carece de significado, pues es imposible asignarle un valor de verdad. Pero el segundo Wittgenstein reconoce que en el lenguaje ordinario la función descriptiva es una más de las funciones del lenguaje y que el concepto de significado es mucho más amplio que el de referencia. Para el segundo Wittgenstein, el sentido de una proposición o el significado de una palabra es su función, o sea, que está determinado por el uso que se haga de la misma.
Aspectos biográficos
Wittgenstein nace en Viena en 1889. La familia Wittgenstein pertenecía a la alta burguesía industrial vienesa y era de origen judío, aunque se había convertido al catolicismo, dominante en Austria. La formación de Ludwig Wittgenstein es sobre todo científico – técnica. Pero en 1908 – 1909 tiene noticia de las investigaciones de Whitehead y Russell (influidos por Frege) sobre la fundamentación lógica de las matemáticas (que culminarían en la obra común Principia Mathematica), y se inclina hacia la filosofía. En 1911 conoce a Frege en Jena, y en 1912 se va a Cambridge a estudiar con Russell.
Cuando estalla la Gran Guerra, se alista como voluntario en el ejército austriaco, buscando la experiencia de la proximidad de la muerte, que creía que perfeccionaba al ser humano. Durante los años en guerra llevaba en su mochila, un cuaderno en el que iba escribiendo las anotaciones que luego darían lugar a su única obra filosófica publicada en vida (1922), el Tractatus logico – philosophicus. Poco después de concluida la guerra, considera que con el Tractatus ha dicho todo cuanto podía decir en filosofía, y, tras renunciar a la herencia familiar (pues no quería disfrutar de privilegios heredados), se convierte durante varios años en maestro rural de niños. Se da cuenta de que tiene que replantear sus tesis del Tractatus y vuelve a Cambridge, obtiene el doctorado y se vuelca en la investigación y en la docencia de la filosofía.
En 1937, tras la anexión alemana de Austria y la persecución de su familia por los nazis, renunció a la nacionalidad austriaca y adquirió la británica. Interrumpió su trabajo en la universidad durante la II Guerra Mundial para ayudar como voluntario en un hospital de Londres. Tras la guerra vuelve a Cambridge, pero en 1947, hastiado de la rutina académica, se marcha a vivir solo en una cabaña en Irlanda. En 1949 se le diagnostica un cáncer de próstata y muere en 1951.
CONTEXTO HISTORICO
En 1867, con la derrota frente a la Prusia de Bismarck, el Imperio Austrohúngaro abandona sus pretensiones de liderar la unidad alemana. Era una monarquía dual cuya cabeza era Francisco José (que reinaría hasta 1916), emperador de Austria y rey de Hungría.
La Viena en la que se crió Wittgenstein era una capital cultural en la que nuevas corrientes intelectuales y artísticas luchaban contra la vieja mentalidad conservadora del Imperio.
a) Karl Kraus, crítico de la corrupción política imperante.
b) Sigmund Freud, creador del Psicoanálisis, mediante el que sacó a la luz la represión de la alta sociedad vienesa.
c) Adolf Loos, arquitecto, que introdujo la austeridad y la funcionalidad, frente a la pretenciosa ornamentación y ostentación de la arquitectura imperial.
d) Gustav Klimt, pintor, rompió con la Academia de Viena y abrió paso a un nuevo estilo, escandaloso a principios del siglo XX; luego vendrían los “ismos” vanguardistas: impresionismo, cubismo, etc.
e) Brahms, Mahler, Schönberg, abrieron así mismo nuevas rutas para la música.
Además de dramáticos acontecimientos históricos, Wittgenstein presenció en la Europa liberal profundas desigualdades sociales, agravadas por los conflictos bélicos y por la Gran Depresión económica de 1929.
CONTEXTO FILOSÓFICO
Una de las características más importantes de la filosofía del siglo XX es el llamado giro lingüístico cuyo origen está en la llamada filosofía analítica. Básicamente consiste en la tendencia a tratar los problemas filosóficos a partir de la forma en que éstos están encarnados en el lenguaje natural.
El problema de “¿qué es el conocimiento?” se reformula en virtud del giro lingüístico como “¿Qué quiero decir cuando afirmo que conozco que…?”. El tradicional problema en teoría del conocimiento sobre la distinción entre lo analítico (adquirido independientemente de la experiencia, que expresa verdades universales) y lo sintético (adquirido mediante la experiencia) ha sido usado para separar las ciencias formales (matemáticas, lógica) de las empíricas (biología, física,…). Pues bien, la FL contribuye a aclarar la naturaleza de las oraciones analíticas y sintéticas.
Sin embargo, no usamos el lenguaje tan sólo para hablar de lo que existe en el mundo, sino también para expresar actitudes, deseos y sentimientos. Los dos discursos más importantes a este respecto son el ético y el estético.
El análisis del lenguaje se puede establecer en dos frentes: uno puramente semántico, tratando de poner en claro las relaciones entre el lenguaje y la realidad; y otro pragmático, considerando las relaciones entre el lenguaje y la acción humana.
El origen del primer frente (semántico) está en los finales del XIX, en la reacción contra el idealismo, cuando el positivismo y el atomismo lógicos diagnosticaron que el origen de los problemas filosóficos radicaba en la imperfección del instrumento natural de expresión de los pensamientos. (Frege, Russell, Carnap, Wittgenstein). El trabajo filosófico se concebía como una reforma de los defectos de los lenguajes naturales. Los problemas se han de resolver mediante una decisión que puede ser arbitraria, pero en todo caso bien nítida: los términos no denotativos (que no se refieren a nada) son excluidos o se les asigna una referencia convencional.
La segunda actitud (pragmática) tiene su origen en la llamada filosofía analítica, o filosofía del lenguaje común. Su principio rector está marcado por el segundo Wittgenstein: el lenguaje está bien como está. También ahora se concibe la filosofía como una actividad terapéutica, pero no quirúrgica. Una vez que se ha realizado el análisis crítico del uso que tienen sus términos en el lenguaje natural, los problemas filosóficos no se resuelven, sino que se disuelven.
El primer Wittgenstein es hijo intelectual del atomismo lógico de Russell. En Inglaterra la autoridad filosófica era Francis Herbert Bradley, un idealista hegeliano. Contra ese idealismo reaccionan George E. Moore, maestro de Russell, y el propio Russell. Moore, simpatizante del empirismo de Hume, practicó el análisis del lenguaje para demostrar que las proposiciones del idealismo con frecuencia no tenían sentido, porque era imposible elucidar con precisión el significado o la referencia de sus términos y por tanto no podían contrastarse empíricamente.
Bertrand Russell tuvo que romper con los esquemas de su juventud, influidos por el idealista inglés Bradley. El idealismo absoluto es un sistema que concibe el conjunto de la realidad como producto del espíritu y no como algo percibido por los sentidos. Según Bradley, la totalidad de lo real constituye la única realidad (monismo).
La primera tarea de Russell erá desembarazarse de estas teorías y sustituir el idealismo por el realismo, y el monismo por pluralismo.
Para Russell, el idealismo de Bradley tiene su origen en la "teoría de las relaciones internas", según esta teoría cada ser es lo que es en virtud del lugar que le corresponde en la totalidad. Russell sustituyó esta teoría por la "teoría de las relaciones externas", según la cual las relaciones son indepencientes de las propiedades de los elementos relacionados. como ejemplo: que A sea mayor que B no es una propiedad intrínseca a A ni B. Russell con ejemplos como éste concluye que las relaciones son externas y no constituyen el ser de las cosas relacionadas ni una propiedad de las mismas.
El abandono de la teoría de las relaciones internas permitió a Russell abandonar el idealismo y el monismo. Luego rechaza que lo real está constituido por su relación esencial con el pensamiento, y admitimos que los objetos del universo tienen una esencia independiente de nuestro conocimiento de los mismos. Esta concepción de las cosas se denomina realismo.
Este doble punto de partida abrió el camino al análisis como método de la filosofía: puesto que el universo consta de múltiples elementos, el camino más adecuado para su conocimiento será descomponer los hechos complejos hasta llegar a los más simples (atomismo lógico).
Según el atomismo lógico, el mundo entero forma un conjunto de hechos atómicos no relacionados entre sí y nuestro conocimiento depende de los datos de nuestra experiencia directa con ellos.
Por otra parte, Russell quiso proseguir los esfuerzos de Frege para fundamentar toda la matemática en unos axiomas lógicos evidentes por sí mismos y elaborar un lenguaje rigurosamente formal con el que se pudieran expresar sin ambigüedad los argumentos deductivos, de manera que fuera posible analizar su validez objetivamente. Según el atomismo lógico de Russell, los hechos atómicos (separados, lógicamente independientes) de que se compone el mundo pueden ser expresados en proposiciones atómicas construidas en un lenguaje simbólico ideal, como el de la lógica formal, que depure las ambigüedades del lenguaje natural y permita una verificación clara.
En el periodo de entreguerras surgió en distintas capitales europeas una nueva escuela filosófica que pretendía unir filosofía y ciencia; esta escuela recibiría las denominaciones de positivismo lógico o neopositivismo. El grupo más importante de neopositivistas fue el Círculo de Viena, al que pertenecieron Moritz Schlick, Carnap, Neurath, Hahn.
Todos los positivistas lógicos comparten: las premisas empiristas de Hume, el positivismo de Comte (que solo admite el conocimiento científico experimental) y el análisis lógico de las proposiciones científicas, se apoyan en el atomismo lógico y toman como obra de referencia el Tractatus de Wittgenstein.
El Neopositivismo fue una reacción frente al horror de la Gran Guerra, que los autores neopositivistas atribuían a la irracionalidad y a las ideologías fanáticas; por eso pretendieron proponer criterios lógicos y científicos rigurosos para que los seres humanos pudieran comportarse siempre racionalmente.
El trabajo de la filosofía consistirá, para los neopositivistas, en analizar lógicamente las proposiciones científicas para asegurarse de que los conceptos teóricos en ellas incluidos pueden verificarse empíricamente a través de procedimientos objetivos. Las proposiciones metafísicas son para los positivistas lógicos proposiciones sin sentido; los juicios éticos y estéticos no son ni verdaderos ni falsos, sino que meramente expresan preferencias emotivas.
Todas estas tesis neopositivistas casan muy bien con el primer Wittgenstein, el que decía que la función del lenguaje era representar el mundo (real o posible) gracias al isomorfismo de su estructura lógica con la estructura lógica del mundo, compuesto de hechos (y no de cosas), y que la función del filósofo es el análisis lógico de las proposiciones de la ciencia, para depurar aquéllas sin sentido, es decir, las que no representan la realidad mediante un lenguaje ideal sintácticamente correcto y verificable (las proposiciones metafísicas), o pretenden inútilmente expresar lo inexpresable, lo “místico”, lo que no está en el mundo, aunque ciertamente puede ser vivido, y mostrado prácticamente (pero no dicho: intentar decirlo solo puede conducir a pseudoproblemas filosóficos, insolubles).